La importancia del reconocimiento de los Dólmenes de Antequera como Patrimonio de la Humanidad declarado recientemente por la UNESCO, es vital porque revierte también en el «paisaje territorial» que provocó dicha construcción en su entorno colindante del Torcal y principalmente en la Peña de los Enamorados, desde donde habría que entender también la presencia de los Dólmenes en su relación no sólo con la «escala urbana» de la ciudad sino principalmente con su «escala territorial».
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