Cuando visitamos una ciudad, lo primero que percibimos de ella es su realidad física y la actividad urbana a través de las relaciones que se producen entre sus habitantes. Esta primera visión está principalmente apoyada en la percepción paisajística y sensorial que son capaces de provocar sus vacíos o espacios públicos (como generadores de dichas actividades y relaciones) y no sólo exclusivamente los llenos o arquitecturas que los conforman.
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